Y sí, aquel mismo hombre culpable de todas mis desgracias, aquel mismo que me hizo derramar un interminable río de amargas lágrimas, aquél mismo que con un simple gesto fácil me había desconcertado, ese mismo al que odié como nunca lo había hecho, ese mismo animal, él… me enamoró.
No es justo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario