domingo, 22 de julio de 2012

-Oh, Dios –lloriqueó ella, y colocándose de rodillas lo abrazó- soñaba… creía… oh.

-Ya está, cielo, tranquila.

-Era horrible.

-Pero era una pesadilla. Ya no pasa nada.

-¿Sabes? Mi pesadilla ha estado a punto de convertirse en mi realidad, por ser estúpida.

-No digas tonterías –la regañó él.

-Es verdad, por miedo casi te pierdo.

-No me puedes perder. Te amo, y aunque no me ames, no pasa nada… no te pido nada.

-Te amo –dijo ella, conmovida en un susurro.

-De verdad… espera, ¿Qué has dicho? –preguntó confundido.

-Que soy una tonta, y debí de decirte antes que te amo.

-¿Me amas? –preguntó como si sufriera sordera.

-Si, te amo. Te amo, te amo, te amo.

-Uff –resopló él.

-Vaya… ¿es todo lo que me vas a decir? –preguntó ella haciéndose la ofendida.

Él la abrazó y la besó.

-¿Quieres casarte conmigo? –le preguntó.

-¿Qué? Yo… ¿hablas enserio?

-Jamás he preguntado nada tan enserio.

-Yo… no se que decir… -vaciló ella.

-Puedes tomarte el tiempo que quieras para pensarlo. No hay prisa.

-¿Y si no sale bien? –preguntó mordiéndose el labio nerviosamente- ¿y si te cansas de mi?

-Eso es imposible, pero esperaremos un poco…

-Si –dijo ella- si, si quiero casarme contigo.

-Te amo –murmuró él tomándola entre sus brazos.


-Y yo a ti –declaró ella mientras lo besaba.






No es mía, no la escribí yo, no recuerdo quien fue. 

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